jueves, 14 de noviembre de 2013

El oscuro pasajero

¿Así que ahí estas, callado?
Intentando salir del pellejo
ese que cosimos a mano
en contra de nuestros deseos.

Eres la piel de quien odio,
la experiencia que rechacé,
eres mi yo más odioso,
eres en quien no quiero creer.

Pero ahí estás, callado,
escondido como un cobarde
haciendo añicos el pasado
avergonzándote del alarde.

 Y sin embargo alardeando,
en la umbría mostrándote altivo,
eres los pasos que no enseñamos
porque son los pasos de un niño.

Porque en ti guardas el estúpido
orgullo de quien no es nadie,
ese ser interno prohibido,
la vanidad del petulante.

 Eres la rabia, pura furia,
el deseo roñoso de un nombre,
la imagen de una alcurnia
con la que sueña un espíritu pobre.

Pero ya te he visto ahí escondido,
en las sombras vi tu rostro
y sé que si te libero me olvido
de mi tesoro más precioso

que soy yo, sólo el gusano,
sin las alas que tú me ofreces,
sin los colores de creerme algo,
sin las coronas de laureles.

Y así sonrío, surcando el suelo,
espero que te pudras en tus alturas,
cogeré de ti sólo el sustento
y el resto irá a la basura.

Y así sonrío, en mi capullo,
que eternamente será mi casa
porque si salgo seré todo tuyo
y siendo tuyo pierdo mi casta.

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