lunes, 17 de junio de 2013

La parca nunca miente II

Danzaron el tiempo de tres albas
y a la cuarta, entre gorjeos,
terminó el duelo… y la esperanza
en alabanza a un último quiebro.

El hermano en adulterio
cayó tendido de espaldas,
mas no muerto, pues su cara
se haría pasar por el bueno.

Y el diablo en su chanza
le dijo: ¡Avanza ahora hacia el cielo!,
su mal encubierto le dispuso su barca
y así haría pasar su alma por la del muerto.

Resuelto hacia el cielo se lanza,
macabra danza cuyo dueño
cumplirá su sueño de venganza
engañando a la amada de su gemelo.

Mas Dios una carta siempre se guarda
e hizo que se encontraran a medio camino.
Amor mío, por fin me alcanzas.
Y en volandas la levantó, Qué bien huele, hermanito.

Allí, en el limbo, se encontraban,
la patraña perpetrada y el delito,
el mito de la felicidad falsa
y entre lágrimas ella le dijo:

Siento algo diferente, algo cambiado,
Como un daño que no muere.
¿Eres tú realmente mi amado
O eres engaño creado por mi mente?

¡Mírame de frente! ¿Soy mentira?
¿Acaso mi sonrisa no te es suficiente?
No te inquietes, mi querida…
Lo que no fue en vida será en la muerte.

Juntaron sus frentes y comenzaron caricias,
pero ella no era mezquina y fue consciente
de que su amado no era este; se halló perdida,
y no vio más salida que engañarse y creerle.

Porque sin él, no existe el infinito.
se vuelve ínfimo, así que me engañaré,
sus besos creeré como si fuera el mismo,
tenerle a mi lado necesito, por lo que le amaré.

jueves, 13 de junio de 2013

La parca nunca miente I

La parca nunca miente
y finalmente, ganó la batalla.
Sesgó nuestras almas, y sonriente,
a él con Dante mandó, y a mi me puso alas. 
Alas que a las malas me tienen
pendiente de unas cascadas
miríadas más bien sufrientes
de dos muertes desdichadas. 
¿Dónde te fuiste, que no te veo?
¿Dónde aquel sueño que me dijiste?
Si ahora vistes el manto del negro
y yo me encierro en plumas de cisne.
Melancolía triste de incierto destino:
ya no se si tu sino es conmigo reunirte.
Tomaré galope firme en busca del camino
que me lleve contigo a donde te fuiste.
Recuerdo tu pelo enmarañado
enredado entre mis dedos.
No hay consuelo sin llanto
ni pecado sin remordimiento. 
Mas no hubo freno entre mis daños
que fueron bolaños de un duelo
entre caballeros, y por el redaño
entre hermanos acabé con su aliento.
¡Qué desdicha la del hombre hacendado
en los hados de la desidia!
Perfidia de los días nublados
cuando mi mano quebró su vida. 
Qué desdicha, encuentro a mi hermano
custodiando, del infierno, la salida.
"¿Y tu querida, también la has matado?"
Y así luchamos frente a la Laguna Estigia.
                
Y así lo observan Dios y el diablo
que desde antaño se juegan
las almas y las condenas de los desdichados
apostando sobre sus actos.
Pasos de danza en redondeles de fuego
corazones pidiendo su larga venganza
estoques, palabras, ¡traiciones y miedo!
hermanos de pecho blandiendo sus espadas.

miércoles, 12 de junio de 2013

HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE

Vestida va de blanco,

Se dirige hacia el altar.

Acaba de salir de casa

Para su destino atar.

Allá le espera su amado

Eternamente enamorado,

El día más feliz de sus vidas,

Que en sangre acabará manchado.

Hoy relucen crisálidas de rayos

Pululando entre el devenir

De los translúcidos latidos claros

Que no habrán de encontrar fin,

Pues aunque el destino sea aciago

Y las torres se muestren torvas

No harán sombra a los enamorados

Que hoy enfrente de sí se apostan.

Años ha que se conocieron:

ella, sentada en una fuente;

él, temblando de miedo.

Una mirada bastó para conectarlos,

un segundo para amarse,

y un beso para sellarlo.

Hasta que la muerte nos separe, pensaron,

y la muerte comenzó el acecho.

Y de ella surgieron los tambores,

las notas sonadas antes de la batalla,

pues a su puerta llamaban sus temores

los miedos, las sombras, las lágrimas…

Y armados con el valor de quien se ve morir

supieron que ahora o nunca debían hacerlo

pues la parca le llevaría y sin huir

decidió que ésta pagara un precio.

Y en un rezo a ningún dios le dijo:

“Me llevarás donde no pueda volver

al lugar donde congregas tus almas,

pero no mandarás lacayo ni corcel,

tendrás que ser tú quien me parta”.

La peste de nuestro siglo era llamada,

Signo zodiacal maldito.

El cáncer, el gran enemigo

Que a nuestro amigo llevarse quiso.

Años en un hospital postrado

Viéndose consumir con su amada al lado;

Llanto, llanto, y más llanto,

Pero las fuerzas no le abandonaron.

“Saldré de aquí y nos casaremos,

Y si la muerte quiere, en nuestro altar,

Habrá de luchar para separarnos.”

Y así fue como delimitaron

la delgada frontera del amor,

enfrentados a los halagos

de quien inspira el sumo terror:

Ella, la muerte, su dama;

ella, su esposa, su amor,

decidieron unir sus almas

bajo el yugo de la expiración.

Veinte pasos contados

Para llegar hasta el altar.

Una nerviosa mirada,

La primera lágrima asoma ya.

-“Te tomo como mi esposo”

La muerte se empieza a impacientar:

Él nota una mano sobre el hombro

La parca se lo quiere llevar.

-“Te tomo como mi esposa,

Hasta que la muerte nos separe”

-“Nunca nos separará”

Y la muerte se llevó de la mano

dos almas teniendo prescrita una,

la de él ya era algo pactado,

mas la de ella su voluntad más pura.

Así fue como un cuchillo

asomó el filo por su garganta

delante de cientos de gritos

que vieron a la mujer apagada…

y entre sangre algunas últimas palabras:

“No te irás solo, pues la muerte no es nadie

para separarnos. No te irás solo… yo te acompaño”.

Y así es como el amor decidió no romperse.

Como el destino no pudo evitarse.

Cientos de voces gritaron,

Pero en sus caras la sonrisa prevalece.

Pese a lo prometido,

Ni la muerte pudo separarlos.

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