jueves, 24 de marzo de 2011

La eterna guerra interna

El valor es aquello que te impulsa a hacer casi todo sin pensar. Sin retroceder, hacer frente sin pestañear. El amanecer trajo consigo motivo para pelear, pues a las puertas de mi casa han venido a reclamar muerte. 

He de ser yo el que busque su valor en un corazón abatido. He de mirar al terror a los ojos y redimirlo. Sin mirar atrás, pues delante está el enemigo, que no es otro que yo mismo: Yo soy mi enemigo.

El espejo me brindó el reflejo que no quiero, luchar conmigo mismo es mi más cruento duelo. La soledad es el campo de batalla donde no hay compañeros y por eso he de sangrar rompiendo en dos mi propio pecho.

Decae el día y merman los sanguinarios del sueño, de las visiones oníricas que hacen que pese el cerebro. Mas volverán, volverán con la venida  el Sol, que con sus rayos mortíferos también traerá desolación.

La guerra no es otra que luchar contra el Sol taciturno, pues la Luna trae consigo colores, matices tan dulces como oscuros. Echar a golpe de puño a los fantasmas que vienen con sus monstruos a llamar a mis puertas de colores taciturnos.

  El espejo me brindó el reflejo que no quiero, luchar conmigo mismo es mi más cruento duelo. La soledad es el campo de batalla donde no hay compañeros y por eso he de sangrar rompiendo en dos mi propio pecho.

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