martes, 22 de junio de 2010

La leyenda del mar (y III)

Oh esposa, la diosa de la que más me cuesta despedirme, escribo todo esto sintiéndome tan triste... No podré darte un último abrazo, ni un último beso, he de despedirme con estos versos, que no podrás ni leer. Espero que Dios los lea, y en tu cabeza los haga resonar, así nunca los olvidarás y sabrás lo que pensaba al final. Cierro los ojos y veo los tuyos, tan azules, soñé con ellos tantas noches, y tantos días... es que sin ti no vivía, sólo deseaba llegar a casa y ver a mi diosa, tan bella, tan hermosa. Antes de la salida del Sol en el fondo del mar descansaré yo. ¿Cómo decir lo que siento? Sí, quizá dos palabras: TE QUIERO. Como pianos que débilmente tocan una melodía, así se unirán tu alma y la mía, por siempre juntos, incluso en las noches más frías. A ti, a la más guapa y bella dedico mis últimos versos, escritos con el alma. ¿Por qué si te he encontrado debo perderte? Es tan frío como el hielo quererte sin verte, despedirme sin tenerte. Tan sólo amándote. Querría coger tus manos y quedarnos atados, no me importaría ser el guía de tu vida. Veo que viene una ola, la más grande de todas... me quiero despedir, más no me sale. Quiero quedar pegado a ti, lloro sangre. La ola nos ha alcanzado, ya se nota el barco naufragando. La tripulación reza, y yo recuerdo tu nombre... Ainhoa, te querré por siempre.

lunes, 21 de junio de 2010

La leyenda del mar (II)

Oh diosa rima, veo que el fin se aproxima. Me despido de ti, musa de tantos versos, me despido en el fin, sin poder haberte dado un beso. Cuán triste y amargo es no poder volverte a ver, me pierdo en el tedio, la muerte ya no tiene remedio. Las olas rompen el casco de mi nave, nadie mejor que yo sabe que dejaros mal me sabe. Miro a las estrellas y las veo tan bellas... Querría poder tocarlas, quizá podré hacerlo desde a donde vaya. Creí verte, creí tenerte... ahora veo que nadie puede poseerte. Eres libre como una ballena, tan bella y hermosa que mi corazón mellas. Corre libre entre escritores, haz que escriban versos cada vez mejores.Haz que mi ruego no sea en vano, haz que no me tiemble más la mano. Quiero al menos escribir, aunque no me podáis oír. Un beso os mando, una caricia, un abrazo. Espero que os lleguen, que ángeles os los lleven. Nunca sufrí tanto esperando algo, ahora me desespero por ver cuándo muero. Es tan duro estar de pie, escribiendo, sin nada que poder hacer para volver a nacer. Me gustaría tanto haberme quedado a vuestro lado... Si alguna vez renaciese, sería un escritor, escribiría versos tan duros que helaran cada corazón. Si aún no he saltado es por acabar estos versos, que ojalá fueran alados, para volar hasta vosotras, y deciros cuánto os he amado.

En un barco nací, en un barco muero, me duele tanto dejaros... Con mi barco naufrago. Creo oir sirenas que se ríen de mi, delfines que dicen "ha llegado el fin". No hay palabras para expresar mi dolor, se ue una ola llegará y se llevará calor, amor, y corazón. Sólo una acotación, cuando lo leas, sonríe, no te pongas triste. Aún rezo de rodillas para que mis versos lleguen a una orilla donde mis diosas no se queden tan solitas, me duele morir aquí, más me duele que llegue el fin, no despedirme de ti. ADIÓS, DIOSA RIMA.

domingo, 20 de junio de 2010

La leyenda del mar

De pie, veo el fin, y mi alma se amarga. Sólo puedo pensar en una cosa, abandono a mis tres diosas.

Diosa prosa, tan profunda y dolorosa. Debes ser una rosa, pues encuentro demasiadas espinas para llegar a ti. Y siento que te pierdo en el fin. Mis lágrimas expresan lo que mi boca no puede decir. Una herida de sangre debilita mi corazón, abandono a mis tres diosas, lo que más quiero yo. ¡Oh, diosa prosa! Que acompañas en noches a mentes solas, como un violín, con tu sensibilidad clavada en mi. Me duele despedirme, mas me duele que llegue el fin. Ya todo ha acabado, ¿No puedo vender mi alma al diablo? Mi corazón, helado, se haya demasiado cansado. Una luz a lo lejos me tra recuerdos demasiado viejos, cuando aún escribía bajo esa luna tan fría, y solitaria... se le veía tan amarga. Lo que daría por subir y quedarme con ella, ahora se le ve tan bella. Y se ve que llora de pena, le duele perder a aquel que le dio todo su ser. Si no te puedo tener, ¿De qué me sirve envejecer? Algo me oprime el pecho. Quizá sea el hecho de dejar este mundo. Junto a mi barco yo me hundo, y mis palabras se perderán en el hondo y ancho mar. ¿Cómo expresar que no os quiero dejar? Me duelen los ojos de tanto llorar. Oigo cómo los marineros intentan su vida salvar, insensatos... No me queda nada por querer quedarme demasiado.

En un barco nací, en un barco muero, me duele tanto dejaros... Con mi barco naufrago. Creo oir sirenas que se ríen de mi, delfines que dicen "ha llegado el fin". No hay palabras para expresar mi dolor, se ue una ola llegará y se llevará calor, amor, y corazón. Sólo una acotación, cuando lo leas, sonríe, no te pongas triste. Aún rezo de rodillas para que mis versos lleguen a una orilla donde mis diosas no se queden tan solitas, me duele morir aquí, más me duele que llegue el fin, no despedirme de ti. ADIÓS, DIOSA PROSA.

sábado, 19 de junio de 2010

Silvestre como una flor

Silvestre reza tu nombre
Indómita de corazón
Lindo tu rostro y noble
Valencia te dio de su sol
Inclinando sus rayos ocre
Acariciando siempre tu don.

Miraste más allá de ella
Allá donde hay mucho sol
Siempre buscando tu ciencia
Colorida con pasión,
Allí donde vas llevas
Raíces que tuyas son
Oprimiendo fuerte en la tierra
Siempre bandera y blasón.

Rubricose en tu rostro
Ornamentos que no son
Sino mil puntitos graciosos
Acicalando siempre tu don
Rostro claro como el nácar
Indomable al algún señor
¡Oda a ti, Silvestre! Salvaje como una flor.

viernes, 11 de junio de 2010

Hijo de la tempestad


Una mujer dio a luz en la tormenta
la noche más cerrada tuvo como ofrenda
un llanto poderoso apagó todas las velas
truenos en trino removieron la tierra.

Un gran poder expulsaba aquel nacido
su madre vio lo que siempre hubo temido
mitad humano mitad algo divino
ella exhaló con amor su último suspiro.

Y su llanto se oyó más allá del cielo oscuro
los dioses lo escucharon
bendición y dolor halló su don oculto
Luzbella le nombraron.


Solo él quedó en un seno apagado
ternura igual que temor los presentes demostraron
una de ellas, la más vieja, cantó bien alto
palabras proféticas venidas de antaño.

Augurios de un ser nacido en la tempestad
en la noche señalada su sangre morirá
por temor y locura asesinarlo querían
mas un monje piadoso encargose de su cría.

Y su llanto se oyó más allá del cielo oscuro
los dioses lo escucharon
bendición y dolor halló su don oculto
Luzbella le nombraron.
“Pues cuando el cielo tiene miedo
en la tierra se escucha un clamor,
como un lamento que el viento
transporta con gran dolor…”

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