Mil castigos y penurias
tendrían sentido
con tan sólo una razón:
estar contigo.
Ahogarme en el barro,
arder en el infierno,
explotar en mil pedazos...
pero colgado de tu pelo.
Soportaré rayos,
tormentas y miserias.
Porque al final del camino,
tú siempre me consuelas.
Me curarás sin pedirlo
y me darás aliento.
Es todo lo que necesito:
tu amor eterno.
Porque cada lágrima derramada
se convierte en una sonrisa
al contacto con tu cara,
y me renace la vida.
Así que el día que quieras que me muera deberás matarme tú. No hay puñal que pueda separarme de tu vera, y enviarme al ataúd.
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