Hoy me permito reproducir de nuevo un canto a una lucha que sucedió hace hoy ochenta años. Una lucha en la que al final perideron los/as buenos/as, porque en esta guerra sí que había buenos y malos. Si las madres buenas de aquellos hijos malos hubieran sabido lo que éstos iban a hacer, de seguro los habrían ahorcado con su propio cordón umbilical. Como no fue así, ahora tenemos que tirar pa'lante con la carga que la cruenta historia que 40 años nos han dejado como lastre. Dicen que las cosas han cambiado desde entonces, pero aún sigue habiendo malos entre los que no lo son tanto. Esto va para que esos hijos de puta se retuerzan, y espero que no lo hagan en fosas comunes, sino en tumbar podriras y solitarias, donde el olvido pueda alcanzarles por fin. Por eso, y de nuevo... una de piratas
¡Ya vienen! –se oía decir-
la cobardía se amotina
el dolor se hace a la mar
¡izad las velas de la mentira!
¡Viren el rumbo a la clandestinidad!
Proa y popa se tiñen de sangre
banderas piratas se imponen
saquean, matan, queman, ¡ROMPEN!
vidas hermanas de una misma madre
y es entonces,
cuando la lucha se torna mediocre,
que en el ideal de la razón
se pintan dianas de mil cañones
¡olas malditas en desorden!
y una inmensa tempestad
que al fin se apoderan de la noche
y la calma una vez más
se arremolina en la tormenta
si pensar libremente no interesa
y el viento se encela
en huracanes tozudos
¡dispuestos a romper velas!
y después solo silencio
tras la niebla acabó el duelo
y una gaviota alzando el vuelo
morirá ahogada en su libertad
que cuando el tiempo se acaba
dejando sitio a la rabia
al marinero valiente de ná le vale llorar
solo tirar por la borda
la lucha por su ideal
y dejar al silencio el resto
que de eso se encargarán
los mil piratas rastreros
que la muerte hicieron vibrar.
¡Disfruten del botín señores!
que la historia ya juzgará
cuando los muertos por fin hablen
y la mar decida llorar…