miércoles, 15 de mayo de 2013

A un Don Nadie


Descubrí un amanecer
no hace mucho, junto al amor,
largo letargo del padecer
de los años en deshonor.

Participé de mi clausura
entre elecciones con dolor,
fui consorte de la locura
al lapidar un corazón.

Así que, perdido el norte,
la ceguera hizo función,
llené de atrezo mi nombre
y me olvidé de un tal Don.

Un Don Nadie, decía que era,
un romántico sin condición,
un vestigio de la vieja escuela,
filósofo, poeta y pensador.

Orador de oraciones
que de la conciencia son bastión,
curtido en las lecciones
que venidas del tiempo son.

Sin embargo y entre olvido
algo nunca desfalleció,
gestos mutuos de cariño
que anduvieron en extinción.

Ahora en el regreso, sin orgullo,
queda aún viva una elección:
Levantar en el barro un túmulo
sin epitafio ni lamentación.

Porque ahora en el regreso, sin gloria,
queda una llama que no murió
que se alza alta en la historia
sobre las ascuas de la sinrazón.

“Porque Don Nadies hay muchos,
mas sólo uno como vos…”


Ponte en contacto con nosotros

peligroversossueltos@gmail.com