apeando en piedras preciosas,
alhajas viejas que se coloca
para no mostrarse viejo.
Se arrastra un susurro acaudalado
sobre arrugas hechas con penas
de sus recodos mana su estela
como canas de pelo largo.
Juega a esconderse un brillo opaco
en la visión que se reserva,
de cuya luz nacerán cuentas
para hacerme un collar de ábaco.
Aparecieron con sus alas de lucir
sobre el alféizar cuya piedra vi llorar,
llamaron tenue para que les fuera a abrir,
a los durmientes no quisieron despertar.
Aparecieron muy borrachos de carmín
a altas horas, cuando ya no va a escampar,
tiraron piedras desde una noche de abril,
al asomarme pude verlos escapar.
"Me despertaron al amanecer con su aliento, mas cuando abrí los ojos ya no estaban..." -El morador del Alfa-